La base fisiopatológica no se ha descubierto aún, siendo la hipótesis más aceptada actualmente que la FM es un Síndrome de sensibilización central (Üçeyler, N., et al., 2011), en el que se produce una alteración en el sistema de procesamiento del dolor debido probablemente a un desequilibrio en la concentración de neuromoduladores a nivel del SNC.
A su vez, desde una perspectiva genética, se ha observado que el riesgo de padecer FM entre los familiares de pacientes con esta enfermedad es 8,5 veces mayor que en otras poblaciones (Ablin, J.N., et al.,2006).
En relación con la perspectiva más psicosocial de la FM, diversos estudios han desvelado la relevancia del estrés y su regulación como un elemento clave en la misma, ya sea como factor de riesgo, desencadenante o factor cronificador (Milligan,E.D. & Watkins,L.R., 2009).
También se han observado otros factores comunes a algunos pacientes con FM, como son antecedentes de situaciones traumáticas en la infancia (violencia psicológica o física, abuso sexual, alcoholismo de los padres, separación de los padres etc..) y trastornos del estado de ánimo o ansiedad, estos dos últimos con base genética demostrada (Uçeyler, N., et al., 2011).
La FM es el segundo trastorno más común de las enfermedades que afectan a los músculos, se manifiesta con dolor, rigidez y sensibilidad en músculos, tendones y articulaciones. Representando una subpoblación importante de pacientes en la atención primaria (Chavez Hidalgo, D., 2013).
Actualmente no existen pruebas diagnósticas específicas, por lo que la historia clínica y la exploración física continúan siendo esenciales para una adecuada diferenciación de otros procesos que también cursan con dolor musculo esquelético generalizado.
Los primeros criterios para su diagnóstico fueron establecidos por la Sociedad Americana de Reumatología (en inglés ACR, American College of Rheumatology) en 1990 (Wolfe F, et al., 1990). Estos criterios se convirtieron en un modelo aceptado en todo el mundo estableciendo que la misma tiene que cumplir las siguientes condiciones para ser diagnosticada:
- Paciente que presenta historia de dolor generalizado durante al menos tres meses de forma continua. El dolor debe aparecer en las siguientes áreas: lados derecho e izquierdo del cuerpo, por encima y por debajo de la cintura y en la columna cervical, pared torácica anterior, columna dorsal o columna lumbar.
- No debe haber diagnosticada otra enfermedad sistémica que pueda causar dicho dolor y síntomas.
- Debe haber dolor a la presión en al menos 11 de los 18 puntos siguientes: occipital, glúteo, trapecio, supraespinoso, trocánter mayor , segundo espacio intercostal en la unión constocondral, cervical bajo, epicóndilo, y rodilla. (Wolfe F, et al., 1990).
Aunque los criterios diagnósticos de la ACR de 1990 han sido de mucha utilidad, también presentan importantes limitaciones, por lo que han sido muy cuestionados y criticados por los expertos.
En la actualidad la clasificación de mayor utilidad es la de subgrupos de FM de Gieseckeen por la que se establecen los siguientes grupos diagnósticos (T. Giesecke, et al., 2003).
Grupo 1: Incluye pacientes con depresión y ansiedad moderadas, un grado moderado de catastrofismo y control del dolor, y baja hiperalgesia y sensibilidad al dolor.
Grupos 2: Incluye pacientes con un grado elevado de depresión, ansiedad, y catastrofismo, un bajo grado de control del dolor y valores altos de hiperalgesia y sensibilidad al dolor.
Grupos 3.Incluye pacientes con niveles normales de depresión y ansiedad, un muy bajo grado de catastrofismo, un elevado control sobre el dolor, y un nivel elevado de hiperalgesia y sensibilidad al dolor.
¿Cómo viven estas personas la enfermedad?.
Cuando las personas, sintiendo dolor sin saber qué les ocurre, y son diagnosticadas de forma oficial por un experto, suelen sentir un gran alivio, aunque sea de forma transitoria, porque por fin pueden poner nombre a aquello que tanto les preocupa.
Consiguen abandonar el peregrinaje por los diferentes especialistas de salud y comenzar a afrontar la enfermedad. Sin embargo estos estudios del paciente son útiles para estandarizar el diagnóstico, pero no suficientes debido a la inespecificidad y déficit de sensibilidad de los criterios utilizados para la evaluación.
Además en la actualidad no hay cura para la FM y los tratamientos se enfocan al manejo de los síntomas evitando, en lo posible, una evolución tórpida (difícil y lenta), lo que conllevará a una desestabilización emocional permanente del paciente.
Por todo ello se hace necesario investigar sobre los factores etiológicos que ofrezcan una explicación científica significativa a los profesionales de la biomedicina, y que el tratamiento se aborde multidisciplinarmente, pero son pocas las unidades en la sanidad pública española que trabajan con este enfoque, siendo esta una de las reivindicaciones permanentes de los pacientes (Carrasco Acosta, M., 2010).
Tratamientos no psicológicos: médicos, fisioterapia, etc.
Actualmente no hay ningún fármaco específico aprobado por la Agencia Española de Medicamentos y productos Sanitario (AEMS) ni por la Agencia Europea del Medicamento (AEM) para la FM.
Las diferentes posibilidades terapéuticas comprenden:
- Fármacos que modulan la neurotransmisión y actúan sobre el dolor, los circutos de la emoción y de la recompensa. El dolor se trata habitualmente con analgésicos simples como paracetamol, AINE u Hay una baja evidencia científica respecto a la eficacia de la intervención farmacológica en la FM, debido a los potenciales efectos adversos y el bajo cumplimiento por parte de los pacientes, por lo que debe ser indicada únicamente en casos específicos (por ejemplo, dolor no sensible o trastornos del sueño).
- Ejercicio físico. Los pacientes con FM normalmente tienen una baja forma física, por lo que el ejercicio es una parte muy importante en cualquier programa terapéutico, y la eficacia va a depender de los personalizado que sea el programa. Comprende ejercicios aeróbicos, ejercicios de fortalecimiento muscular, y ejercicios de estiramiento y flexibilidad.
- Agentes físicos: láser, luz amplificada, TENS, Ultrasonidos, Magnetoterapia, estimulación magnética transcraneal (EMT), tratamiento quiropráctico, y masaje. Aunque este tipo de dolor es un mal candidato para los tratamientos físicos, ya que tienen un efecto local, siendo el efecto positivo solo a corto plazo en la mayoría de los pacientes.
- Terapias naturales o alternativas. Su uso está muy extendido entre las personas con FM, a pesar de la escasa evidencia científica Entre las más populares están: acupuntura, homeopatía, ozonoterapia, suplementos dietéticos y nutricionales, Qi-Gong, Reiki, Tai-Chi. Diversos estudios han mostrado un beneficio significativo de la disciplina china Tai Chi sobre el ejercicio aeróbico en términos del estado de ánimo y trastornos delsueño, discapacidad y calidad de vida (Wang C, et al., 2018)
Abordaje psicológico.
La terapia cognitivo-conductual (TCC), al centrarse en las estrategias de afrontamiento, el control emocional y la psicología cognitiva, ha demostrado, tanto en investigación, como en la experiencia clínica, resultados exitosos para contrarrestar los trastornos del estado de ánimo y la discapacidad de los pacientes con Fibromialgia.
Es importante que el paciente comprenda la naturaleza de la interacción «mente / cuerpo», y, a partir de ahí, combinar o bien la (TCC, que es la que mejores resultados ha demostrado) o la terapia conductual-Operante (TCO), con otras disciplinas, como las técnicas de relajación, una correcta higiene del sueño, los niveles de actividad, etc.
No hay que olvidar los aspectos estigmatizantes de cualquier diagnóstico de salud mental en nuestra sociedad, por lo que es crucial evitar cualquier sugerencia de que los síntomas están «solo en su cabeza». El tratamiento psicológico debe proporcionar al paciente estrategias para aprender a convivir con la enfermedad manteniendo su funcionalidad y tener la mejor calidad de vida posible.
Beatriz Troyano Díaz.
REFERENCIAS
Ablin, J., Cohen, H., & &Buskila, D. (2006). Mechanisms of disease: genetics of fibromyalgia. Nat.Clin.Pract. Rheumatol., 671–678.
Carrasco Acosta, M., Jiménez de Madariaga, C., & & Márquez Garrido, M. (2010). Fibromialgia: cuando el dolor es una historia de vida. Index de Enfermería,, 196-200.
Chavez Hidalgo, D. (2013). Actualización en fibromialgia. . Medicina Legal de Costa Rica,, 83-88.
Martínez, Martínez, M., Sánchez, A., Miró, E., Lami, M., Prados, G., & Morales, A. (2015). Relationships Between Physical Symptoms, Emotional Distress, and Pain Appraisal in Fibromyalgia: The Moderator Effect of Alexithymia. Journal Of Psychology, 149(2), 115.
Milligan, E., & & Watkins, L. (2009). Pathological and protective roles ofglia in chronicpain. Nat. Rev. Neurosci., 23–36.
Giesecke, D., Williams, R., Harris, T., Cupps, X., & Tian, T. (2003). Subgrouping of fibromyalgia patients on the basis of pressure-pain thresholds andpsychological factors. Arthritis Rheum, 2916-22.
Üçeyler, N., Hauser, W., & &Sommer, C. (2011). Systematic review with meta-analysis: cytokinesin fibromyalgiasyndrome. BMC Musculoskelet Disord, 12: 245.
Wang , C., Schmid , C., & Fielding, R. (2018). Effectof tai-chi versus aerobic exercise forfibromyalgia: comparative effectiveness randomized controlled trial. BMJ, 360:851.
Williams, R., Harris, T., Cupps, X., Tian, T., & T. Giesecke, D. (2003). Subgrouping of fibromyalgia patients on the basis of pressure-pain thresholds andpsychological factors. Arthritis Rheum, 2916-22.
Wolfe , F., Smythe, H., Yunus , M., Bennett , R., Bombardier, C., & Goldenberg, D. (1990). Criteria for the Classification of Fibromyalgia. Report of the Multicenter CriteriaCommittee. Arthritis Rheum, 160-72.