Muy pronto comenzamos las vacaciones, un momento de intentar dejarlo todo finalizado para poder hacer el merecido paréntesis que nos recargue las pilas por completo y, precisamente ahora, que vas a la carrera para terminar, justo cuando no puedes permitirte un descanso, es cuando más lo necesitas, la pausa activa lo cambiará todo.
Cuentan que un explorador blanco, ansioso por llegar al corazón de África, ofreció el doble de su salario a sus porteadores para poder así avanzar a toda prisa. Éstos le dijeron que si y durante varios días prosiguieron con toda su energía, hasta que un día le dijeron que no podían continuar, se negaron a seguir.
El explorador les pidió que se explicaran y ellos le contestaron “hemos caminando tan rápido que ya no sabemos ni dónde estamos ni qué estamos haciendo, ahora necesitamos esperar a que nuestras almas nos alcancen, debemos parar hasta que nos volvamos a encontrar”.
Eso nos ocurre a nosotros cuándo vamos corriendo, todo es urgente, pasa de importante y ahí perdemos la perspectiva y el sentido de lo que, realmente, estamos haciendo.
Ahora, que estás a punto de desconectar, es el momento de parar, no lo dejes para más tarde, aunque un “pepito grillo” te diga que no puedes hacerlo, que queda poco para el descanso: para y respira.
La vida son segundos, minutos, horas. No te pido horas de desconexión, tú decides el tiempo, pero piensa que 5 minutos de desconexión estabiliza tus ritmos eléctricos cerebrales, baja la tasa de colesterol en sangre, te libera de las hormonas del estrés, aumenta tu inmunidad frente a enfermedades, da salud a tu corazón, y te hace más feliz.
Por ti, frena, para y ¡respira!.